lunes, 1 de febrero de 2016

Angustiosamente joven


Cuando somos niños, vamos por la vida cayendo, despreocupados por el día a día, no nos inquieta en lo absoluto el transcurrir del tiempo. Pocas cosas nos traen a la realidad y envejecer no  molesta, ni siquiera pensamos en ello. 
Al ser adolescentes nos divorciamos del mundo que construyeron para nosotros y al que decidimos adaptarnos, tras una larga temporada de inconsciencia llega un despertar demasiado duro que solo hace de nosotros seres excitables fácilmente, que se enojan con todo y llegan a despreciar a cualquiera de su entorno, incluyéndose a si mismos.

 A los veinte la realidad nos duele. Cada año que pasa se suma con rapidez a las filas de los años anteriores y se hace difícil no sentir frustración, dolor o angustia por lo acontecido, somos seres libres pero encadenamos a un sistema que nos lleva a otra parte.

La frivolidad de los nuevos pobres

Sabemos que quien decidirá por nosotros en estas elecciones no serán aquellos que estudian el panorama político  de nuestro país cada día,  los que siguen fervientemente las noticias locales de la comunidad y se preocupan por la inseguridad ciudadana, están a favor por una mejor metodología educativa o atentos al devenir de nuestra sociedad.