
Al ser adolescentes nos divorciamos del mundo que construyeron para nosotros y al que decidimos adaptarnos, tras una larga temporada de inconsciencia llega un despertar demasiado duro que solo hace de nosotros seres excitables fácilmente, que se enojan con todo y llegan a despreciar a cualquiera de su entorno, incluyéndose a si mismos.
A los veinte la realidad nos duele. Cada año que pasa se suma con rapidez a las filas de los años anteriores y se hace difícil no sentir frustración, dolor o angustia por lo acontecido, somos seres libres pero encadenamos a un sistema que nos lleva a otra parte.