lunes, 1 de febrero de 2016

Angustiosamente joven


Cuando somos niños, vamos por la vida cayendo, despreocupados por el día a día, no nos inquieta en lo absoluto el transcurrir del tiempo. Pocas cosas nos traen a la realidad y envejecer no  molesta, ni siquiera pensamos en ello. 
Al ser adolescentes nos divorciamos del mundo que construyeron para nosotros y al que decidimos adaptarnos, tras una larga temporada de inconsciencia llega un despertar demasiado duro que solo hace de nosotros seres excitables fácilmente, que se enojan con todo y llegan a despreciar a cualquiera de su entorno, incluyéndose a si mismos.

 A los veinte la realidad nos duele. Cada año que pasa se suma con rapidez a las filas de los años anteriores y se hace difícil no sentir frustración, dolor o angustia por lo acontecido, somos seres libres pero encadenamos a un sistema que nos lleva a otra parte.


Se nos ofrecen diversos caminos, pero es un transitar  angustioso que se vuelca hacia nosotros en medio de tinieblas, ojala tuviéramos la capacidad de mirar hacia adelante, de saber con exactitud cual sera nuestra mejor elección, pero no, esa sensación de caminar a ciegas es algo que siempre sentimos y más cuando sabemos  que son tantas las opciones a elegir, las cuales nos llevaran a distintos caminos, mas, ¿Cuál es el camino correcto?, ¿Cómo saber que no nos arrepentiremos?, somos lo que hacemos, sin embargo definir lo que es correcto, cuando estamos viviendo el momento, es imposible, solo cuando miramos  hacia atrás es que todo parece cobrar sentido, es entonces cuando cada decisión se une para mostrarnos algo que construimos sin percibirlo: a nosotros mismos.

Seguir nuestro instinto parecería de lejos  la decisión acertada, no obstante,  una sola decisión errónea nos llevara a arrepentirnos por el resto de nuestras vidas.

Hay que luchar, y muchas veces es más cómodo tirarse a la cama a llorar o imaginar un futuro al que renunciamos cada día, cada vez que aceptamos ser vencidos.

Durante mucho tiempo he pensado en mi futuro, lo que seria bueno para mi, lo que siento que debería hacer, es muy difícil buscar una forma de equilibrar la balanza porque durante mucho tiempo podemos saber lo que queremos, pero aquello por lo que luchamos una temporada, para el otoño puede ya no significar nada.

Es más sencillo trabajar de lunes a viernes, salir fines de semana, cenar con nuestros padres cada semana o simplemente apartarnos de ellos, volver a casa muy tarde y demasiado cansados, la excusa perfecta para no hacer nada extraordinario, para no esforzarse, es más fácil ceder a la rutina, mirar realities cuando el tiempo nos ofrece esa "libertad", porque es difícil sentir la verdadera necesidad de ser alguien, la incomodidad que te obliga  a buscar ser diferente, es más fácil renunciar sin pelear, sin esforzarse.

Y es algo que se muestra perfectamente claro al llegar a los veintes, mas junto a esto se nos presenta el miedo, el temor y la duda. ¿Seremos capaces de llegar a donde queremos llegar? o seremos sin duda una cifra más en una ficha censal?, el recuerdo de mamá,¿Es suficiente para considerarnos especiales?, lo cierto es que cuando se es joven, como me pasa a mi ahora, el horizonte se hace demasiado grande, son miles las posibilidades peor pocos los resultados que valdrán la pena.

Tienes emoción, pasión pero la decisión tiembla a tus ojos, se vuelve difusa y a veces amarga, sabes que envejecerás, que morirás la igual que todos, pero el peso de lo que hagas hoy es ligero ahora, sin embargo sabes que pesara mañana, cada mala decisión, cada acto de cobardía, te escupirá en la cara y con cada arruga desearas con vehemencia retroceder el tiempo.

Se perfectamente que me he equivocado, que me equivocare muchas veces, pero no pretendo parar, porque las múltiples voces allá afuera resuenan como vidrios que se resquebrajan, con cada critica se destruye un sueño, un joven sueño que podría cambiar el mundo, o al menos le mundo del soñador, no basta solo con soñar, pero es necesaria mantener viva la llama de la esperanza.

Lo que hace que podamos salir un sábado y despertar al día siguiente muy temprano por la mañana, no se trata solo de ser joven, se trata también de una naturalidad, de la resistencia que perdemos cada día, del amor a la vida que se desvanece a cada instante que nos acercamos a la muerte.

¿Cómo sabremos que las decisiones que tomemos han de ser las correctas?, no lo sabremos, simplemente estamos dispuestos a hacer algo que nos llama o que nos es obligado a hacer por nosotros mismos o por alguien más, no existen más caminos cuando de vivir se trata, solo crecimiento o descenso, Nunca sabremos si lo que hacemos vale la pena, solo cuando el tiempo sea el suficiente podremos saber que valió la pena.

Vivir es importante, pero ser joven no es solo salir el fin de semana, no es solo terminar la universidad cuanto antes y conseguir un empleo, no es solo reunirse con los amigos de siempre a hablar sobre los mismos temas y burlarse sobra las mismas personas, no es solo hacer malos chistes o comprar buena ropa, no es solo mirar el whatsapp, o permanecer durante horas en Instagram, ser joven es tener energía y también temor.

 Ser joven es estar en constante construcción como también en inacabables noches de desvelos en las que nos planteamos si lo que hacemos es lo correcto, ser joven es tener espíritu pero es también ser muchas veces un completo idiota.

En fin, ser joven es ser humano, pero es también ser voluble, ser efímero, pero ser ante todo intrépido y dolorosamente cambiante.

Ser joven es la razón por la que pese a los años muchos siguen levantándose de la cama, no importando canas o reflujo, ser joven es ir mas allá de la edad y seguir siendo fuerte, seguir teniendo miedo y  jamas desmayar.

He decidido ser siempre joven, duro o no, angustiante o excitante, ser joven es lo mejor que  nos pasará. 

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