Es importante enseñar a estudiar por cuenta propia, a buscar por cuenta propia, a asombrarse.
Mario Bunge
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Lo cierto es que el pasado 18 de mayo se
hicieron publicas las intenciones de Mario Bunge de donar 250 libros de su autoría
a la UBA (Universidad de Buenos Aires) a fin de nutrir la facultad de Filosofía y Letras con un contenido que dicho por él de un
modo irónico «podría servir al menos a media docena de personas», dichas obras
no de la autoría de Bunge, comprenden obras escritas en español como también
traducidas en otros idiomas de la prolífica carrera del escritor argentino.
No obstante pese al aporte cultural que dichas
obras suponían, junto al valor simbólico de las mismas, dado que fue la primera
institución en la que Bunge dio clases, la UBA en una primera instancia rechazo
dicho donativo debido a que no poseían los 2 000 dólares, que supone el costo
del flete de los libros de Canadá, donde vive el autor, hasta Argentina. ¿Cómo
es posible que 2 000 dólares impliquen para Argentina un pañis que fue pilar
del boom latinoamericano algo impagable?, lo cierto es que el ministerio de Educación se
hará cargo de afrontar los cargos de dicho donativo, que para la UBA implica un
gran orgullo, pero ¿Qué significa todo esto?, ¿Quién es Mario Bunge y porque es
tan reconocido e importante?
Bunge, nacido en Argentina y actualmente
radicado en Canadá, es un físico, filósofo, epistemólogo y humanista argentino;
definido por su amplia trayectoria como un prolífico escritor con más de 32 obras escritas, doctorado en física y
matemáticas, asiduo defensor del
realismo científico y de la filosofía exacta.
Una de sus obras más conocidas, «La ciencia, su
método y su filosofía» (1960), obra en la que introduce de manera sintética las
bases del método científico, ha llegado a ser un clásico en su género y un
punto de partida para futuras generaciones de investigadores que inspirados por
el tesón del autor comienza a ampliar la perspectiva de lo que comprende el
método científico.
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Así los conocimientos no deberán anclarse en
una enciclopedia, ni en bibliotecas, al
arte no deberán acceder solo las elites, ni quedar enclaustrado en un museo, Bunge hace un llamado a renovarse, a ampliar nuestros horizontes, no una si no
mil veces, tanto como humanistas o matemáticos sin el movimiento los conocimientos
son solo eso, y, solo nos servirán para vanagloriarnos mas no para hacer que
nuestro contexto cambie.
Y si hay algo a lo que le teme Bunge y en
contra de lo que se manifiesta es la ignorancia, reclama para el mundo una educación,
legitima y verdadera que no se ufane en
propiciar complejos ni complicadas cátedras pero que si sea lo suficientemente
buena para hacer que el estudiante posea ese espíritu de asombro, que hace que
no sea un ingenuo, que no solo analice su material de estudio y se cuestione el
porque hace lo que hace si no que también busque cambiarse a si mismo y por
ende también la sociedad que lo rodea.
Darle accesibilidad al conocimiento y constante
uso hará que en palabras de Bunge un buen lector, estudiante, etc., sea también
en el futuro un buen ciudadano, con una mentalidad que busque indagar y no sea
fácilmente influenciable, como tampoco un conformista alegre: “…Hay que educar
a la gente. No basta saber que a la tía María le fue bien con el acupunturista
o con el homeópata, porque el efecto placebo siempre está en la cabecera de los
enfermos. Y no sólo de los enfermos, sino también de los votantes…”
Solo hay un punto que para muchos representa
una inflexión en el pensamiento del humanista argentino, es su postura respecto
a lo que el ha calificado como pseudociencias, que para el comprenden el
psicoanálisis, la homeopatía, la microeconomía, el feminismo, entre otros. Nos detendremos
brevemente en este punto para entender el panorama de su postura de un modo más
específico.
En el 2015 en un articulo realizado por el
periódico español «El País» ha propósito
de sus memorias Bunge afirmo la existencia de pseudociencias muy destructoras,
como el psicoanálisis, la teoría
económica estándar y la medicina
alternativa. “la práctica homeopática
impide que el enfermo se haga tratar en forma científica y entonces la
enfermedad prosigue. No tratar una enfermedad es tan malo como tratarla mal. Un
cáncer no va a desaparecer por unas gotitas de agua con colorante".
Pero como califica a
Bunge a una ciencia como pseudociencia, en palabras del autor una pseudociencia
es principalmente aquella que es
crédula, dogmatica y rechaza la critica, como Freud al rechazar las nuevas
ideas de su circulo de discípulos, como la tercera ola del feminismo que se
horroriza la escuchar la palabra «igualismo», entre otros, que fácilmente hacen
inclinar la balanza a favor del escritor argentino.
Según Bunge el
psicoanálisis no hace posible ningún diagnostico. La ciencia intenta describir
y explicar el mundo mediante datos, hipótesis, modelos y teorías. Sin embargo
no existe como comprobar tangiblemente las teorías freudianas o lacanianas
La
principal crítica de Bunge al psicoanálisis no es que éste se haga imposible
una medición cuantitativa de que tan cercar al acierto o al error se encuentra
el psicoanalista. Las diferentes disciplinas científicas interactúan apoyándose
las unas a las otras tanto en sus aspectos teóricos como empíricos. Sin embargo el psicoanálisis, sostiene Bunge,
es una disciplina aislada que no interactúa y no es congruente con las ideas
desarrolladas por otras disciplinas.
La
biopsicología (que habla sobre la biología y psicología humana) no ha hallado como
apoyar al psicoanálisis, sino que más bien ha provisto información que en cierto lo contradice, los niños no tienen su
órgano sexual más importante, la mente, desarrollada lo suficiente como para
experimentar los deseos que el psicoanálisis afirma se poseen, desde que son
niños y las etapas sexuales pro las que afirman que pasa.
Con
respecto al feminismo, Bunge es un reacio critico de la denominada «tercera ola
del feminismo» que más que fomentar un progreso deviene en caos, “la
desigualdad provoca enfermedad”, afirma el escritor argentino, añadiendo además
que hay que hace una clara distinción entre el feminismo filosófico y el académico.
Afirmando
que el feminismo político es un movimiento político respetable que comenzó a
principios del siglo XX y terminó ganando el voto y mejores condiciones de
trabajo para el género femenino, no obstante, el feminismo académico, para Bunge consiste en atacar a todos los escritores que usan un
pronombre o un artículo determinado que no gusta, que debería hacerse vaildo
decir «miembras» en vez de miembros, entre otras palabras que más que
enriquecer el lenguaje lo llenan de falencias.
Según
Bunge, «las filósofas feministas ignoran
que la razón no tiene sexo, y solo logran segregarse, reuniéndose en sociedades
y congresos especiales». El escritor argentino hace énfasis en que no estudian el grave problema social y
político del puesto de la mujer en la sociedad, sino nimiedades, tales como
pintarse los sobacos, o llamar machismo a cualquier cosa sin detenerse a pensar
mucho sobre ello. Narrando una interesante anécdota al respecto: “Tengo una
colega que atacaba a Aristóteles porque había dicho algún disparate sobre la
menstruación de los puercoespines. Pregunta de examen: ¿Qué dice Aristóteles
sobre la menstruación de los puercoespines? ¿A quién puede importarle? Sí,
sabemos que Aristóteles despreciaba a las mujeres, pero esta era una actitud
común. Lo mismo pasó mucho después con el racismo, muchos científicos
respetables y grandes novelistas del siglo XIX, como Emile Zola, que creían en
la criminalidad innata”:
Bunge
afirma que las perspectivas corresponden a épocas en las que por desgracia
ciertos dogmas eran al común, estaban equivocados, sin embargo el sostiene que
todo el mundo se equivoca, lo importante es inferir lo positivo de sus
actos, Aristóteles fue uno de los más importantes filósofos de la antigua
Grecia, pro no decir del mundo, siendo el primero en insistir que la verdad no
se encuentra en los libros, sino en la investigación perpetua, postulado con el
que Bunge esta más que de acuerdo.
Con
respecto al arte, Bunge es un amplio defensor de la misma, más critico en sus métodos,
el arte posee un estigma y en tiempo como estos se hace necesario cultivar la
fantasía más allá del arte como si mismo, en campos como la política o incluso
en nuestros hogares haciendo participes a las personas que amamos de la
libertad que condensa el arte, dado que rompe paradigmas al mismo tiempo que
establece nuevas reglas que no buscan opresión, como tampoco busca el arte ser
solo una sana diversión, en palabras de Bunge: “Para renovar nuestras
sociedades necesitamos políticos con la imaginación de Borges o de un Einstein.
No para escapar de los atroces problemas de la sociedad moderna, sino para
abordarlos con tanta imaginación como información”.
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