lunes, 3 de agosto de 2015

Institucionalizando el mal: la feroz caza a Cecil

Hace pocas semanas las redes sociales se conmocionaron al saberse la caza de Cecil, un león de Zimbabue, la imagen insigne del Parque Nacional de dicho lugar, asesinado de manera planificada dado que, fue llevado con una carnada lejos del parque nacional y presa de una persecución feroz  de cuarenta horas hasta su muerte, posteriormente los "cazadores" procedieron a quitarle la piel y cercenarle la cabeza para guardarla como trofeo. 

Es increíble pensar que la naturaleza del ser humano le ha permitido ver como "deportes"  y "arte" practicas simplemente despreciables y sanguinarias, desde la caza, las corridas de toros, rituales culturales, hasta la venta de pieles de animales como parte de una incomprensible "moda". 

La idea de institucionalizar la crueldad humana no es nueva, es parte de un engranaje que considera cotidianos tópicos como la violencia, la masacre como parte de las guerras, las invasiones, los latrocinios, la corrupción, entre otros. 

Sin embargo, por más que se ha institucionalizado algo esto no implica que sea cierto, la crueldad puede hallarse maquillada, respaldada por normas o situaciones del momento y  aun así no deja de ser lo que es. 

William Palmer, este el el nombre del que asesino a Cecil y según hipótesis fiables pago aproximadamente cincuenta mil dolares para cazar al animal, hoy se encuentra desaparecido, afirmo lamentar lo sucedido, desconocer las leyes de Zimbabue, en fin inocente de todo y culpable de nada, la valentía para perseguir a un animal por casi dos días, la resolución para pagar tanta cantidad por matarlo, el despellejarlo y cercenarle la cabeza no tienen nada que ver con su naturaleza, este hombre es un amigable dentista el ser cazador no es reprochable porque bajo ningún concepto dice nada sobre su personalidad o proceder, sigamos pensando que esto es cierto y cuando los niños se casen con los pederastas y estos últimos los justifiquen como el más tierno amor miremos hacia atrás y hallaremos la respuesta en nuestro doble discurso.

 Este hombre ha atravesado  situaciones como esta en las que ha pasado por encima de las leyes contra la caza,  como cuando se le acuso de cazar a un osos en territorio en veda. Han sido cientos las protestas,  hoy Palmer atraviesa el momento más critico de su vida, lo grupos ecologistas han logrado que este hombre se oculte cierre su consultorio y huya,  fue tan valiente  armado de un rifle y contra un animal,  y hoy, terriblemente cobarde. 

El afrontar nuestras acciones es lo que nos hace valientes, no apuntarle con una arma a un animal o perseguirlo hasta la muerte, somos valientes cuando decidimos ir en pos de una meta no cercenarle la cabeza a un animal, es arte transformar una sólida roca en una conmovedora escultura o un lienzo vació en una revolución contemporánea,  no colgar en nuestra sala la cabeza de un alce, es moda romper con los patrones establecidos, no usar la piel de animales como tendencia. 

La cabeza de un animal, específicamente la cabeza de Cecil en la sala de un dentista, no lo convierte en un ganador, aquel "trofeo" es solo una ilusión. En este punto estoy de acuerdo con Arnold Schwarzenegger quien  publicó una imagen en su cuenta de facebook en la que se observa a él con sus trofeos y por otro lado a un león, diciendo "esto es un trofeo, esto no". 


Lo  cierto es que matar a un animal en una situación en la que no existe igualdad de condiciones no es un trofeo, un trofeo es un logro obtenido por condiciones en las que nos superamos a nosotros mismos, no en las que masacramos a un animal en pro de una falsa valentía, nuestro sentido de superioridad o en el nombre del arte.

Sigamos pensando que nuestra crueldad se halla justificada pero no miremos con indignación a los miles de parricidas y asesinos que nacerán luego de esta podrida generación. 

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