martes, 16 de junio de 2015

La lección que no aprendimos el 23 de junio


Un 23 de junio de 2001, tuvo lugar un episodio histórico difícilmente olvidado,  un movimiento telúrico de 8.4 grados de magnitud sacudió las regiones de Arequipa, Moquegua y Tacna. Considerado el movimiento más devastador  que afecto a nuestro país en el presente siglo. Murieron más 240 personas, 26 a causa del
tsunami y desaparecieron otras 70.  Fueron afectadas 320 mil personas, 17 mil 500 casas destruidas y 35 mil 550 dañadas.

 Lo más preocupante no fue esto y  no lo es ahora. Lo terrible y alarmante a la vez, es la vigencia de nuestro descuido, en el año 2007 un  nuevo movimiento telúrico pondría en evidencia, nuestra nada provechosa experiencia de 2001. 

Las vidas de miles de peruanos cambió desde el momento en que un desastre tocó a sus puertas, conocieron el respaldo limosnero del gobierno,  la indiferencia de la nación  frente a la adversidad ajena, la poca empatía frente al dolor, el morbo disfrazado de “apoyo comunitario” Se quedaron solos y comenzaron a vivir a medias,  obligados, pospusieron para siempre  sus aspiraciones, dejando de vivir para comenzar a sobrevivir, en una sociedad que es buena oradora al momento de las quejas,  pero pésima defensora en el momento de enfrentar soluciones ¿Y nosotros que?, somos poseedores de una indiferencia que radica en nuestro ego, pensamos que la desgracia nunca ha de alcanzarnos, censuramos la pobreza ajena y nos refugiamos en excusas para avalar nuestra indiferencia. Censuramos a los desposeídos,  que de un día a otro tambaleantes en su economía se vieron desprovistos de todo, acosados por deudas, frente a un sistema que los comenzó a mirar como inhumanos de un día a otro. 

¿Cuando aprenderemos la lección?, no se trata solo de buscar nuestro beneficio a costa de otros y mirar con indiferencia al damnificado, de regalar frazadas en invierno y apoyar campañas televisivas amarillistas; se trata de cambiar el sistema, no pedimos limosnas a un gobierno estamos exigiendo lo que nos corresponde, ser tratados como verdaderos ciudadanos y que cese aquel cuento del “un país en vías de desarrollo”, por que eso solo significa el empoderamiento de la corrupción y la injusticia, debemos hacernos responsables de velar por el  lugar que habitamos, debemos exigir nuestros derechos no con miedo y solidarizarnos con valentía y no con lástima por aquellos que hoy sufren y poseen problemas que deben y pueden ser fácilmente solucionados. 

Nos preocupamos por lo que da en la televisión, quien ganara el "rating" de esta noche y mientras tanto se desmorona nuestra sociedad, ajenos a su crecimiento exigimos sin saber que es lo que buscamos, la información esta al alcance de todos, la indiferencia es nuestra única barrera.

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