Los días pasan y con los años nos damos cuenta de una ineludible verdad: estamos cansados. No temporalmente, por unas horas o días sino permanentemente, todo el tiempo deseamos estar en otra parte. Atrás quedaron los días en los que un par de horas podían reajustar nuestro reloj biológico y revitalizarnos.
Hoy vivimos en una época que nos exige extremo entusiasmo a la par que nos despoja de este. Las largas jornadas laborales, las inacabables tareas académicas, el transito, el día a día, en fin, la rutina en sí misma, nos han agotado hasta tal punto que no basta un día libre para recuperarnos óptimamente, pues incluso este tiempo libre se encuentra de antemano designado.
Hoy vivimos en una época que nos exige extremo entusiasmo a la par que nos despoja de este. Las largas jornadas laborales, las inacabables tareas académicas, el transito, el día a día, en fin, la rutina en sí misma, nos han agotado hasta tal punto que no basta un día libre para recuperarnos óptimamente, pues incluso este tiempo libre se encuentra de antemano designado.