sábado, 18 de julio de 2015

Vivir muriendo

El paso de los años y los nuevos albores de la tecnología han adiestrado al hombre en distintas materias, pero conforme pasa el tiempo una sola cosa se hace cierta: vivimos para morir. 

Estamos dispuestos a despertar un día y hacer cosas que cuando niños jamás imaginamos ni quisimos hacer. 

Vamos por la vida renegando de nosotros mismos y dispuestos a envejecer, desperdiciar rastros de nuestra preciada existencia, amplios retazos de bellos momentos dejados a un lado por una causa que nunca fue nuestra. 



En amplias ciudades, donde día a día miles de personas se encuentran escapa de ella el verdadero designio, como sardinas enlatadas en un sucio metro, es ignorada la  dignidad e unicidad de la humanidad  y estamos dispuestos a morir por alguien más: la sociedad. 

Somos la masa, que ciega y vociferante, reclama, lucha y tropieza sin asumir su culpa, reclamamos más salarios, buscamos nuevos culpables, erigimos nuevos ídolos y todo para que al final el olvido se encargue de borrar las cicatrices que nos han hecho lo que somos, que nos harían aprender,  estamos dispuestos a amar, llorar,  odiar, torturar y hasta matar, pero jamás dispuestos a aceptarnos como humanos, si algo nos incomoda simplemente lo ignoramos, si alguien nos molesta simplemente cruzamos la calle, pero ¿Como escapar de nosotros mismos?, ¿como mirar al espejo y no sentir nada frente a lo que a lo largo de tantos años hemos edificado?. 

Esperamos el final cuando no hemos iniciado y comenzamos a morir cuando no hemos aprendido lo que la vida  en verdad significa y cuando somos conscientes de la muerte y de las miles de oportunidades desperdiciadas, los amplios consejos que nos han torturado inútilmente y que hoy  no importan, cuando por fin nos sentimos capaces de caminar sin miedo miramos a ese espejo y contemplamos a un inacabado ser humano,  muerto desde hace mucho tiempo y  sin saberlo, lo más penoso es, que de descubrirlo, intentaremos rehuir la mirada de nuestro yo interno, no pensaremos en nuestros miedos, no buscaremos lo mejor, somos como el hombre de hojalata o simplemente un autómata más, perdimos nuestra humanidad, lo que nos hace admitir que de verdad no sabemos nada, lo que nos hace aceptar el error y aprender del pasado, lo que nos hace querer sin egoísmos, vamos por la vida caminando y derrumbándonos a nosotros mismos, escupiéndole a nuestros sueños y  a los del resto, erigiendo con nuestra vida y sangre los paradigmas del mañana, aprobando con silencioso tesón, el dolor, la aberración y monstruosidad de la sociedad, estamos dispuestos a hacer lo que sea para recibir unos cuantos  centavos pero no lo suficiente para ser verdaderos seres humanos

No hay comentarios:

Publicar un comentario